La terapia familiar puede actuar como reguladora de los procesos convivenciales de aquellas familias que presentan situaciones de violencia entre sus miembros. Aunque el enfoque sistémico puede favorecer la erradicación o atenuación de los patrones violentos disfuncionales, en ocasiones es complicado, por unos u otros motivos, que la familia acuda en su integridad a un proceso de terapia psicológica, máxime cuando se presenta violencia ascendente, en donde existen menores adolescentes agresores hacia uno o varios miembros familiares. Este caso concreto que se expone trata de una madre que fue maltratada en primera instancia por su exmarido y, posteriormente, cuando este abandonó el hogar familiar, siguió
siendo maltratada por sus hijos, lo cual deparó una profunda inestabilidad emocional en ella que le llevó a consultar con nuestro Servicio de apoyo familiar, donde se mantuvo 30 sesiones con ella en el transcurso de dos años.
Esto nos llevó a elaborar una historia de vida, siendo uno de los objetivos:
Establecer la conexión que existe entre estilo educativo familiar y uso de la violencia por parte del menor, en base a una serie de dimensiones tales como: apego vs desapego; exigencia vs permisividad.
Como resultado digno de mención dar a conocer que la infrarreactividad de la madre, mortificada por el miedo que sentía tras la relación con su exmarido, traducida en: permitir a sus hijos acciones con las que no estaba de acuerdo por miedo a su reacción y por pena ante todo lo sucedido, provocó que los hijos se
hicieran con el poder en casa y que desplazaran a su madre de su rol.
Palabras clave
Ponencia Online
Documentación de apoyo a la presentación ONLINE de la ponencia