El denominado ”Método del Caso”, como es bien sabido, es una herramienta pedagógica de gran aceptación que pretende mejorar la comprensión de las distintas materias por parte de los alumnos a través de un proceso participativo en el que se trabajan problemas reales y concretos.
Esta metodología goza actualmente de gran aceptación debido a su buenos resultados tanto a nivel académico como a la hora de involucrar a los alumnos, lo que permite mejorar su participación y ayuda a la consecución de los objetivos de formación continua, tan demandados desde la aprobación del llamado ”Plan Bolonia”.
Sin embargo, es posible mejorar esta experiencia a través de nuevas actividades que garanticen una plena involucración del alumno. Las distintas ramas de derecho público, en particular el derecho constitucional, se prestan particularmente a ello a través de dos vías.
Por un lado, tenemos las simulaciones parlamentarias. Estas actividades convierten a los participantes en diputados simulados, de forma tal que quedan adscritos a un grupo parlamentario ficticio y deben, en consecuencia, adaptarse a los planteamientos ideológicos del mismo, pero también trabajar en el proceso de aprobación de distintas leyes, actuar en pleno y en comisión, presentar enmiendas y ver finalmente cómo su trabajo afronta el cauce final de una votación en una cámara representativa. Esta metodología ha sido muy eficaz en alumnos de Derecho (hay ejemplos concretos de estas actividades). Se trata, por tanto, de un proceso de gamificación llevado al máximo nivel, lo que supone la máxima involucración del alumno. A tal efecto, el I Campus Icade de Justicia y Debate es una experiencia pionera que intenta presentar este proyecto en alumnos que aún no están en la Universidad, sino en el bachillerato, a fin de familiarizarlos con las ciencias jurídicas.
Por otro lado, tenemos también las simulaciones de juicios. Si bien son conocidos los Moot Courts, tan demandados en diversas disciplinas como el Arbitraje o los Derechos Humanos, a la hora de enseñar derecho procesal constitucional, una simulación de un juicio puede resultar de lo más eficaz. Así, a partir de un caso, el profesor puede exigir a sus alumnos que elaboren un recurso de amparo, que otros actúen como representantes de la contraparte, de la Abogacía del Estado o de la Fiscalía. Incluso puede poner a otros alumnos como magistrados y encomendarles redactar una sentencia y, si proceden, votos particulares. La vista oral del proceso, además, contribuirá a desarrollar otras habilidades como la oratoria, la dicción o la argumentación.
Estamos, por tanto, ante metodologías complejas, que demandan una gran carga de trabajo para el docente pero que, en definitiva, mejoran enormemente los resultados.
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